La compra de viviendas vacacionales ha vuelto a crecer en las provincias mediterráneas de la España peninsular tras años de retraso con respecto al resto del país en la salida de la crisis financiera.
Los peritos y tasadores de todo el país, Tinsa, afirman que el sector de la segunda vivienda ha crecido un 93% en la Comunidad Valenciana -compuesta por las provincias de Alicante, Valencia y Castellón- en el último año, tanto en cifras de ventas como en precios.
El sur de la provincia de Alicante es calificado como el más dinámico y con mayor demanda por parte de los compradores extranjeros, aunque Tinsa ha descartado cualquier riesgo de otra burbuja inmobiliaria, la última de las cuales estalló de forma espectacular en 2009 después de que la propiedad alcanzara los precios más altos de su historia en 2007.
En los tiempos del anterior «boom and bust», el sistema de préstamos hipotecarios era diferente y la construcción masiva estaba muy extendida, lo que daba lugar a un patrimonio neto negativo, a propietarios que no podían hacer frente a los pagos de sus préstamos y a un enorme stock de propiedades vacías, a menudo nuevas y que nunca habían sido poseídas.
La recuperación se retrasó en la región debido al alto número de propiedades vacías que superan la demanda.
Pero España y la Comunidad Valenciana han aprendido mucho desde entonces, y el panorama es muy diferente, dice Tinsa.
Es probable que la recuperación en la región oriental continúe durante «dos o tres años», ya que no sólo se refleja en los precios, sino también en el reciente despertar de la construcción de nuevos apartamentos y casas, según Tinsa.
Dado que el turismo es el pilar de la economía de la Comunidad Valenciana, ha sido el principal impulsor de la recuperación del mercado de la vivienda, aunque esta recuperación se ha producido tres años después de que se iniciara en otras zonas costeras de España -que comenzaron a mejorar en 2016- y varía enormemente en función de «lo turísticas» que sean las distintas localidades de las tres provincias, como explica Tinsa en su informe Vivienda en Costa 2019.
Alrededor de tres de cada 10 casas de vacaciones son compradas por extranjeros, la mayoría de los cuales son británicos, aunque con una ligera reducción en los compradores no españoles en los últimos años debido a la incertidumbre sobre Brexit.
Benicàssim, en la costa de Castellón -sede del famoso Festival Internacional de la FIB-, experimentó una subida de precios típica del 16,9% interanual a finales del primer trimestre de 2019, según muestran las cifras de Tinsa, seguida de El Campello, a medio camino de la provincia de Alicante, la más meridional de las tres, con una subida de valores del 15%.
La mayor subida de precios de la provincia de Valencia se ha producido en su población más meridional, Oliva, con un 11,9%, tras muchos años de caída libre, seguida de la propia ciudad de Valencia, a medio camino de la provincia.
Para Castellón, la provincia más septentrional de las tres, la segunda mayor subida después de Benicàssim se produjo en Burriana, con un 10,9%.
Un puñado de municipios que ya habían visto aumentar el valor de sus viviendas antes que el resto han experimentado un ligero descenso, entre los que destacan Alboraia (provincia de Valencia), con un 4,2%; Altea (provincia de Alicante), con una reducción del 2,6%; Vinaròs y Almassora (provincia de Castellón), con una reducción del 2,3% y del 0,9%, respectivamente, y Cullera (provincia de Valencia), con un 0,1%.
En general, en las zonas más septentrionales de la provincia de Castellón, limítrofe con Cataluña, se ha producido una ligera disminución del valor de las viviendas año tras año a finales del primer trimestre de 2019, debido en gran medida a que es menos conocida por los turistas que pretenden convertirse en propietarios de casas de vacaciones -a pesar de contar con el mismo paisaje y las mismas instalaciones que en otras partes de la comarca-, es menos probable que sus ciudades aparezcan en los escaparates de las agencias de viajes de los países del norte de Europa.
Valencia, sin embargo, fue la provincia con mayores incrementos de precios y ventas, principalmente porque Alicante ya había mostrado signos de recuperación con anterioridad.
En el conjunto de la región, la venta de viviendas en el conjunto del año 2018 ha aumentado un 9,4%, y el permiso de obra nueva un 17,3%, siendo los municipios de Torrevieja, Orihuela y Guardamar del Segura, en el sur de la provincia de Alicante, los que han obtenido el mayor número de licencias.
El mercado inmobiliario de la región depende en gran medida de la economía del resto de Europa, ya que el 31% de las viviendas vacacionales son adquiridas por extranjeros – 27.490 de las 90.713 segundas viviendas españolas no españolas adquiridas el año pasado se encontraban en la Comunidad Valenciana.
Aunque la compra de viviendas vacacionales aumentó un 10%, se observó una ligera disminución en el número de compras de extranjeros, del 32% al 31%, que Tinsa atribuye a la «macroeconomía internacional» y a la «incertidumbre Brexit».
A pesar de Brexit, y a pesar de la caída del número de compradores británicos, el Reino Unido sigue siendo el mayor mercado de casas de vacaciones para España, con un 17,4% del total de compradores extranjeros, aunque se trata de un drástico recorte del 23,1% que representaban en 2015, antes de que se celebrara el referéndum sobre la salida de la Unión Europea.
Los suecos son el segundo grupo de compradores no españoles de la Comunidad Valenciana, con un 8,9%, seguidos de Bélgica (8,2%), Francia (6,5%), Rusia (5,1%), Alemania (4,7%) y Noruega.
Vicente Torres, gerente del área de Valencia de Tinsa, afirma que las casas de vacaciones siguen siendo «un refugio para los inversores», tanto para los fondos corporativos como para los particulares, dados los «beneficios mínimos» obtenidos con los productos financieros en los últimos años.
Añadió que el Plan de Acción Territorial de Infraestructuras Costeras Verdes (PATIVEL) de la Generalitat Valenciana es una buena noticia y «necesario», ya que evita la sobreconstrucción en las ciudades cercanas a las playas y, en última instancia, dará lugar a la creación de porcentajes mínimos de suelo de cinturón verde.
Para las promociones inacabadas, el PATIVEL concede a los promotores un máximo de cinco años para completarlas, lo que significa que los propietarios ya no tendrán que luchar por las licencias de habitabilidad y las instalaciones públicas necesarias años o incluso décadas después de la compra de sus viviendas, y ha convertido varias parcelas de construcción en «cinturón verde».
Algunas ciudades costeras están luchando contra elementos del PATIVEL, donde la inversión individual en terrenos edificables podría perderse por su reclasificación, pero en general, evitará el exceso de desarrollo y protegerá las costas de la erosión futura por la presión de la expansión urbana.