La propietaria de un bar británico, Tracey Walker, ha revuelto un nido de avispas alegando que la policía local la victimizó al ordenarle que derribara la banderilla de Union Jack que tenía fuera de su bar, Little Britannia en la calle Bon Retiro, justo al lado de la calle peatonal en el casco antiguo, o que se enfrentara a una multa de 800 euros.
Su post en los medios sociales fue el siguiente: «Bueno, ¿qué puedo decir si la policía local española ataca de nuevo? Mi bar Little Britannia casco antiguo ha tenido banderas británicas en el exterior durante casi 2 años, ahora de repente no está permitido. Hablando de victimización. Me viene a la mente el «doble rasero», que atrajo más de 200 comentarios.
La prensa británica se hizo eco del anuncio y embelleció la declaración con titulares como «Flutter Outrage», en el que se afirmaba que Tracey y sus habituales temían que la prohibición fuera provocada por el sentimiento antibritánico en torno a Brexit.
CBN contactó a Tracey para que le dijera: «No me multaron» y `Todas las mentiras’, refiriéndose a los artículos de los periódicos The Sun y The Mirror. Sin embargo, no todo es lo que parece.